domingo, 25 de noviembre de 2018

She laught of me... I swear...



Siempre le había resultado extraña esa peculiar pieza de decoración, entregada a su madre mucho antes de que incluso él naciera. Por lo tanto no podía hacerse a un lado la antigüedad que portaba. Ciertas marcas y manchas del paso del tiempo ponían fuera de duda esa cualidad. Y era eso lo que le daba un aire incómodo, como si fuera "algo ajeno" por mas de que haya pertenecido a su familia hacía más de 25 años.
Era una pequeña estatuilla de un ángel de rasgos femeninos. Y podía notarse claramente que era apenas una niña. Su altura, la forma de su cara redondeada con cachetes saltones, unos ojos grandes, a contrario de su nariz y boca, eran pruebas suficientes. No podía faltar unas alas demostrando no solo su divinidad sino que pureza e inocencia.
Siempre había permanecido igual... en aquel estante a la altura de su cabeza. Y siempre que pasaba por la cocina la veía alegre con sus ojos dirigidos hacia un punto perdido, en ocasiones encontrándose su mirada directa.
No fue hasta que todo empezó a retorcerse, a marchar como el demonio, que comenzó a tomarlo como una burla hacia su integridad, una forma dañina que le producía una especie de confusión entre miedo, rechazo y enojo. Problemas familiares, de estudio, el abandono de su novia lo dejaron en una posición desdichada y miserable.
Entonces comenzó a creer que la risa de burla de aquella niña ángel siempre había sido dirigida hacia él.
En que estaba pensando? Se preguntó. Era una estupidez. En qué momento había iniciado esos síntomas? la respuesta quedaba en algún punto perdida en su historia, tal si se difuminara con otras situaciones.
Antes de volver a la hipnótica contemplación de aquella figura, decidió apartarla hacia otros elementos de la casa. Pero el daño ya estaba instaurado. Vio en el mismo estante otra estatuilla esta vez de un buda gordinflón. Este permanecía sentado y sus dos manos se dirigían a la boca para taparse la gran carcajada que no podía contener. Por eso él que inspeccionó ese desalentador panorama de risas se quedo inmóvil sintiendo pena de sí mismo. Una máscara en la pared se sumó con otra sonrisa diabólica para terminar de rematar la escena. Y sus lágrimas se derramaron llenas de bronca y repudio.
Quiso gritar pero lo escucharía su familia.
Decidió, por eso, esconderse en el baño hasta que el cansancio le ganara y ya perdido, poder salir con los sentimientos muertos.



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