lunes, 3 de diciembre de 2018

La mariposa de Einith...



Pensar en la felicidad era extraño cuando se está en total desprovisto de esta ¿no lo crees?
Ver las personas riendo, los momentos intensos alargándose en cada segundo. Ellos perdiéndose, embarrándose en el fulgor de la vida, disfrutándolo como si no hubiera mañana, ni personas, mientras uno observa absorto. Es algo especial uno sabe, de aquel tipo de cosas en lo que no se toma partida más que en el tacto de la mirada y la empatía si se tiene esa virtud.
Y Andrew estaba siendo testigo de esa extrañeza. No porque haya visto a nadie feliz, sino porque en ese momento le pareció quizás que el mundo era mucho más feliz que él. Como si hubiese una especie de culpa en lo que él era. Como si en esa felicidad estaría escondida una intención oculta de demostrar superioridad y querer que la envidien. Era triste. 

A escondidas de todos sus conocidos había subido a la terraza del Edificio Einith, cuestión que obviamente estaba prohibida y mas para los jóvenes de su edad. 
Era un día de lluvia pero no le importó, él quería hacer algo interesante. Además aunque estaba lloviendo aun tenía unos resquicios de madera hecha como cuarto o pórtico improvisado para dejar herramientas, y por donde acomodarse para que las gotas no lo alcancen.
Por sobre sus hombros, vio a través de uno de los polvorientos cristales maltrechos por la intemperie y divisó a uno de sus amigos acurrucado en el pequeño montículo cercano al banco del exterior. No lo conocía tan bien, recién ese año ingreso al colegio, pero supo por intuición que ese lugar intentaba ser un punto ajeno de las miradas, además de que lo acobijaba. Las paredes próximas estaban lo suficientementemente desplegadas como para hacerlo sentir mas protegido dentro de su indefención, como también libre de movimiento, sin estar "atrapado". Puesto que algunos lugares pueden llegar a resultarnos incómodamente estrechos. Este no era el caso.
Era como si el cuerpo de aquel estuviera preparado para esos espacios y él lo supo porque le ocurría lo mismo. Elegía lugares poco habituales en los que estar ya que estos le resultaban simplemente mejor. 
Pasaron varios minutos entonces dedujo que aquel amigo, acurrucado y mojándose se sentía fatal. Sabía que tras la marcada infelicidad el tiempo se frena. Similar en "cierto aspecto" a lo que ocurre estando con el sentimiento contrario. Tanto felicidad como infelicidad extrema alteran el espacio- tiempo.
No supo si bajar a ir con él.
La imagen le recordó como se intensificaban los colores al sentir alegría... como cuando una vez corría por el campo lleno de flores siendo un niño y se encontró con una enorme mariposa que se poso sobre su antebrazo. Él la inspecciono fascinado hasta que su madre lo llamo a lo lejos. Tenía la imagen clara de cuando la mariposa alzo un pesado vuelo molesta por el llamado y lo dejo tranquilo marcharse.
Y el contraste de algunas escenas... la fría piel con pelos en punta de su brazo. Estaba asustado tras un compartimiento en el garage utilizado para escabullirse de su padre por romper una maceta. Su respiración agitada y los pasos acercándose presagiando lo que sería una paliza asegurada hasta oler y sentir su propia sangre.
Seguramente algo sucedió en su amigo, que transfiguraba todas las sensaciones a algo terrible, en esos momentos que se marcan dejando traumas.
Se apenó por aquel y comenzaron a humedecerse sus ojos. Cuando de nuevo escucho unas pequeñas alas desplazarse hasta un rincón cercano a él que lo hicieron volver toda su atención. Pensó en una polilla moribunda pero no fue así.
Esta vez lo miraba un insecto con alas de mariposa. Al acercarse vio sus peculiares rasgos, mas que insecto parecía una pequeña hada, tenía rasgos humanos, pies, manos, cuerpo. Sin embargo la cabeza era diferente. Era como la calavera de un pájaro muerto de un pico alargado, afilado y puntiagudo. Estaban a descubierto todos sus dientes, incluso la cavidad vacía de sus ojos.

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