lunes, 24 de diciembre de 2018


Las palabras quedan mudas ante tu ausencia. Quedan muertas en el ataúd siendo aquel pozo de la garganta quebrada, tras la oscuridad de sus dañadas paredes donde las almas torturadas rasgan.
Como un agujero negro del que no puede escapar nada, como una tierra negra del que sobresalen sus amargas lapidas.
Los labios quedaban sellados como si una maldición los mantuviera atados, como si estuvieran cosidos con hilos intolerables. Mientras intentan cantar, se lastiman con la misma fuerza que utilizan.
Como si estos estuvieran tocados por un dedo vertical en posición de silencio, igual que una tapa pesada cubre la entrada a un desagüe.
Así que nada puede ser exorcizado, nada puede salir de su limbo de penas. El lamento se derrama en las superficies hirientes que el temblor de los quejidos mantienen vulnerables pero despiertas, tal si la tortura fuera lo único que esperan.
Me había quejado del vacío... pero no supe que era una respuesta a la desgarradora conciencia de la condena. Si todo lo bueno se trasforma en malo por una enfermedad, contagio o veneno, entonces el vacío.. se esparce como si un animal devorador estuviera carcomiendolo desde el propio interior. 
Si hay desesperación pronto se caera en la locura, pero si no hay nada, nada puede ser herido. Aniquilación u ocultación? Pueden las memorias reconstruir una porción dolorosa si estas tienen la tarea importante de la reconciliación? Tendrá un papel fundamental o es preferible borrarlo incluso del olvido?

Pensé que en algun punto de todo esto, las cosas comenzarían a tomar un rumbo diferente, algo mas... alentador.

Quizás no hacia falta siquiera mencionar el tropiezo de las horas, el colapso del mundo, la asfixia de la voluntad, el adormecimiento de la luz.

A caso era el nigromante que con rituales de recuerdos podía hacer de cuenta que revivía al muerto?

Pero no, mas que un poderoso hechicero destruyendo las leyes de la naturaleza era un enfermo, quizás un moribundo con delirios extremos.

Y asi lo fue... mientras te alejabas, yo perseguía fantasmas.

El miedo puede volverse adrenalina cuando las opciones tienden a cuestiones positivas.
Pero si no hay ninguna razón para pensar en cosas buenas, puede ser desesperante. El miedo solo se vuelve una razón para tener mas miedo.

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